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Comunicación efectiva


La comunicación es un proceso clave en nuestra interacción, no cabe ninguna duda. En todo lo que hacemos puedes encontrar algún elemento relacionado con la comunicación. La pregunta, entonces, es cuánto y cómo podemos mejorar nuestra habilidad para comunicarnos. Mi sugerencia es que siempre sientas que se puede mejorar, sin importar el nivel desde el que partas, ni la edad ni la formación. Este proceso implica cuatro etapas: voluntad de hacerlo, incorporar técnicas, practicar y convertirlo en algo socialmente valorado.


Lo primero es querer hacerlo, tener la disposición a mejorar, que significa que estás dispuesto a hacer un esfuerzo destinando tiempo, intentando incorporar nuevas técnicas y probando una y otra vez hasta que resulte. La disposición es tu decisión voluntaria, que surge cuando identificas situaciones en las que tus interacciones podrían haber tenido mejores resultados para ti si es que lo hubieses manejado de otra manera. También ayuda a tomar esta decisión el hecho de que te sientas con frecuencia arrastrado por las circunstancias, es decir, sin capacidad de maniobrar o evitar situaciones conflictivas o molestas.


Una vez que tomes la decisión, viene el momento de incorporar técnicas, o sea, formas específicas de mejorar tus habilidades para transmitir tus ideas y para captar las ideas de los demás. En los artículos que incluimos en esta oportunidad, se describen varias de estas técnicas, entre las que te destaco la de organizar el contenido, escuchar y hablar, porque cubren los tres fenómenos básicos de nuestra comunicación.


Ya sea antes de redactar o de hablar, necesitas organizar lo que comunicarás. Lo primero es establecer qué es lo que quieres transmitir y a quién, es decir, qué esperas que sepa, sienta o haga la persona a la que te diriges. Luego, debes establecer el orden en el que presentarás tus ideas, y luego la información de apoyo a lo que dices o escribes. Es como partir de atrás para adelante, partiendo por el objetivo que quieres lograr, y luego el cómo lo lograrás.


La habilidad para escuchar a los demás es algo que se menciona desde que hay registros escritos de la comunicación humana, lo que para mí es la mejor prueba de lo difícil que resulta desarrollar esta habilidad. Será por nuestro ego tal vez, por nuestra ansiedad de hablar antes de que el otro termine, o tal vez por la falta de interés genuino en saber qué le está pasando al otro. Lo concreto es que muchos de los conflictos que conocemos podrían superarse en gran medida si es que las partes lograran escucharse de verdad.


La otra habilidad clave es la de hablar. Uno de los desafíos es sincronizar lo que dices con lo que realmente le interesa a la otra parte. Si es un asunto sólo de información, las ideas deben ir abordando los datos o argumentos que la persona espera aclarar o saber. Habitualmente los datos no son suficientes, porque si lo fueran bastaría con enviárselos en un documento. Las personas asocian sentimientos, miedos, inquietudes o reacciones emocionales a lo que dices, por lo que debes tenerlo en cuenta al ir hablando o presentando tu información.


Si las manejas adecuadamente podrás conseguir buenos resultados. Estas tres habilidades en la realidad se dan en forma simultánea e interrelacionadas, no como las presento acá sólo para fines explicativos. Al organizar tu discurso puede que identifiques varios de los temas que tienes que considerar, pero durante la conversación probablemente tendrás que escuchar, lo que podría permitirte descubrir nuevos sentimientos asociados que antes no habías visualizado. Es más bien un ciclo que se repite antes que una línea recta, que podría requerir de varias interacciones antes de llegar a un buen resultado.


Estas técnicas necesitan de repeticiones, una y otra vez, que pueden significar que incorpores nuevas prácticas o bien que cambies algunas que has estado utilizando por mucho tiempo. Por eso es por lo que la práctica es algo continuo, que demanda paciencia y mucha repetición. Al principio seguro que no te resultará peor que antes, pero con la ejercitación lograrás incorporarlas en forma natural a la manera en la que te comunicas.


Finalmente, el refuerzo social es el que terminará de persuadir a todos a que mejoren sus habilidades. Mediante el reforzamiento y el castigo social, el grupo irá aprendiendo a mejorar la comunicación, al recibir señales de aprobación a las personas que se comunican bien, y presionando a los que requieren mejorar.





Eduardo Saleh Sabat

Psicólogo Organizacional

Agosto 2021

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