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Aprender Jugando


Todos hemos visto a un niño jugar, alegre y relajado, disfrutando del momento y aprovechando el tiempo que transcurre rápido. ¿Se podría esperar que alguien pueda aprender con ese mismo estado de ánimo? Yo creo que sí, incluso se puede aprender mientras se juega. Le sugiero tener en cuenta estas recomendaciones para poder hacerlo.

En primer lugar, el juego genera un estado de ánimo positivo. La persona está feliz porque va a pasarlo bien, así es que no está a la defensiva, no necesita explicarle nada a nadie, no se siente amenazado ni exigido. Es un estado ideal para escuchar y aprender de los demás. En el trabajo, es posible generar este mismo ambiente. Acepte y fomente el humor respetuoso y apropiado, con tolerancia para que las personas se comuniquen abierta y sinceramente entre ellos y con sus respectivos jefes. Con esto le hará más fácil a las personas aprender porque escucharán más y se atreverán a dar sus opiniones.

En segundo lugar, se genera una competencia sana y eso hace que las personas se esfuercen. Puede ser una competencia con los demás o consigo mismo, igual hace que la persona ponga lo mejor de sí para lograr la meta. La presión y el estrés que esto conlleva se compensan con la posibilidad de apretar el botón “comenzar de nuevo” cuando uno lo necesite, es como un alivio o válvula de escape que tenemos disponible aunque no la usemos. El esfuerzo estimula y destapa la creatividad. La necesidad crea al órgano, decía un famoso biólogo. La exigencia es parte del juego, porque cuando a una persona le gusta lo que está haciendo se va a esforzar por lograr la satisfacción de hacerlo bien. Este esfuerzo es el que desarrolla las virtudes de las personas. Así es que le recomiendo que le ponga metas a su creatividad de cómo resolver los problemas de una manera ingeniosa. Las personas van a encontrar la forma de aprender, uno debería ser un catalizador, no necesitan aprender de usted, sino con usted.

En el juego, las consecuencias de equivocarse son reversibles, porque al final se trata de una diversión, que termina con el juego y se puede comenzar de cero. Por eso es que los mal llamados “juegos de azar” no son el tipo de juego al que me estoy refiriendo porque las consecuencias de perder dinero no son reversibles, son más bien apuestas y no juegos. Algo que impide el aprendizaje es el miedo a cometer errores, “¿Y si me equivoco?”; es un miedo natural y humano, el que por supuesto todos queremos evitar. Cuando las consecuencias de nuestros errores son definitivas, por ejemplo si es que me van a despedir y eso es lo que más temo, por supuesto que voy a tener mucho miedo. Está permitido equivocarse en un juego, sin que eso signifique un riesgo para su autoestima o imagen personal. “Esto es un juego” puede decirlo en cualquier momento y no pasará nada, puedo haber sido incluso negligente o descuidado en el juego y aun así tengo la posibilidad de volver a empezar. Así es que asegúreles de que si se equivocan no va a pasar nada, a lo sumo van a buscar juntos una mejor forma de hacer las cosas y cumplir con los objetivos propuestos.

El ambiente de juego también permite acercarse más a los demás, bajar las defensas y hablar y actuar con más tranquilidad. Los mecanismos de defensa personal se relajan, justamente porque hay una salida permitida, y las fichas de las apuestas son de “mentira”.

Los comentarios son interpretados en el contexto del juego, las personas no están siendo evaluadas en sus habilidades personales. Lo único que tiene que hacer es no criticar y reforzar las cosas buenas de la idea que plantearon de manera de desafiarlos a buscar una manera distinta de alcanzar los resultados, sin comentarios ácidos o sarcásticos. Sea cuidadoso para no levantar las defensas de los demás.

Los juegos también permiten soñar. Es la esperanza de hacer algo que no han podido por el momento alcanzar y que intentarán lograr. Esto es clave para el aprender cosas nuevas, es un optimismo sano, es una ilusión de avanzar y lograr cosas. Por eso los comentarios que den ánimo, que motiven a lograr metas nuevas son los que deberían abundar en las conversaciones. Su rol es fundamental en esto, dejar de lado el pesimismo o el determinismo. Fíjese en la emoción de los deportistas que logran resultados extraordinarios, habitualmente uno los ve llorar cuando ganan, es una emoción enorme no sólo por los logros en sí mismos, sino más bien porque las medallas son la señal de que lo lograron, de que el enorme esfuerzo rindió frutos, de que pudieron ir más allá de lo que soñaron. Aproveche esa ilusión para lograr que las personas den el máximo de sus posibilidades.

Creo que todo esto es aplicable en nuestro trabajo y por supuesto que en nuestra vida diaria. Convierta su propia vida en un juego y ayúdeles a los demás a que hagan lo mismo.


Eduardo Saleh Sabat

Psicólogo Organizacional

Mayo 2016

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