La tecnología es maravillosa, siempre que la usemos bien. Por ejemplo, cuando suena un celular durante casi un minuto en la misa, muchas personas culpan al celular, cuando el pobre aparato lo único que hizo fue funcionar como le dijo su dueño. Es que los cambios en la tecnología son mucho más rápidos que los cambios que somos capaces de hacer en nuestra forma de pensar y sentir acerca de las cosas. Habitualmente vamos atrasados, y frecuentemente usamos las nuevas tecnologías con los viejos hábitos.
Las aplicaciones de la tecnología a los procesos de aprendizaje es un caso más en que nos enfrentamos a este desafío. Las formas de aprender tradicionales suponían que buena parte de la información tenía que ser entregada por parte del profesor, para que el alumno la procesara y luego, en una actividad posterior, fuese evaluada en su discusión o aplicación. Con la tecnología pueden cambiar varios de estos supuestos, que se describen en uno de los artículos que les seleccionamos para este mes. A continuación les menciono algunos de los desafíos y oportunidades que nos ofrece esta nueva realidad.
La presencia del profesor ya no necesita ser sincrónica, es decir, que el profesor esté presente al mismo tiempo que el alumno para que se puedan comunicar. Gracias a los sistemas en línea, un profesor puede enviarle un mensaje a su alumno a las 23:00PM y el alumno lo ve a las 8:00AM del día siguiente, y le responde durante la tarde y así sucesivamente. Las conversaciones dejaron de tener esa restricción cuando partió el correo electrónico, y se hizo mucho más evidente cuando surgieron los distintos tipos de chat y redes sociales. El desafío es que el profesor ahora puede tener varias clases a la vez, con muchos alumnos cada uno, en diferentes lugares físicos y eso requiere de una buena organización de su tiempo y mucha disciplina.
El rol del profesor mismo cambia con este escenario. Ahora el diseño de las actividades no presenciales es distinto a las que implicaban al profesor directamente, por lo que sus habilidades de diseño instruccional se hacen mucho más importantes. Por ejemplo, cuando el profesor entrega un breve caso para el análisis en una sala de clase, es posible que le baste su buen criterio y algunas reflexiones anteriores a la clase para poder responder a las preguntas que se le puedan ocurrir a los alumnos mientras se hace el ejercicio. En cambio, al entregar un caso para el análisis en una plataforma de elearning, el profesor tiene que tener desarrolladas las alternativas o posibles soluciones al caso, especificando los criterios que va a utilizar para evaluar el análisis de parte de los alumnos. En términos generales, el diseño instruccional toma más tiempo y requiere de más precisión, y en algunos casos de una rúbrica, por parte del profesor.
También para el alumno esta realidad le plantea varios desafíos. En primer lugar, las metodologías de aprendizaje a distancia requieren de más disciplina. Como no está el profesor mirando lo que hace el alumno, podría pasar el tiempo de estudio y nadie lo controlará. O podría copiar las respuestas de su compañero de trabajo y nadie le dirá nada. O sea, requiere de mucho más autocontrol que antes.
Al mismo tiempo, el alumno requiere hacer más cosas, no sólo leer o contestar preguntas. La tecnología permite mucha más interacción, por ejemplo, cuando participan en un foro. Todo esto requiere de más habilidad para comprender lo que leen, redactar documentos y hacer resumen de los aspectos relevantes. Como eso es más difícil, aumenta las probabilidades de deserción de los alumnos ante la mayor dificultad. De hecho, uno de los principales problemas del aprendizaje a distancia es cómo mantener la motivación de los alumnos y evitar que se descuelguen del curso. Salir de una sala de clase implica levantarse delante de los demás, con el riesgo de que le pregunten a dónde va. Para evitar la vergüenza o el temor a ser castigados, aunque sea un comportamiento infantil, los alumnos terminan quedándose en clases. Pero en el elearning simplemente el alumno se desconecta y no tiene que darle explicaciones a nadie.
Este tipo de interacción también impacta en la forma en la que se relaciona el profesor con el alumno. La tecnología le puede ayudar a establecer una relación más de facilitador del aprendizaje que de experto que dice exactamente lo que el alumno debe aprender. Por ejemplo, mediante investigaciones en línea, foros o discusiones entre los propios alumnos, el profesor puede darles retroalimentación, entregarles preguntas orientadoras, definirles nuevas tareas o mantener conversaciones que estimulen el aprendizaje, incluso adecuando el nivel de exigencias a cada persona según sus propias capacidades.
Con la variedad de equipos tecnológicos disponibles, cada vez más poderosos y económicos, la iniciativa está en manos de los profesores. Hoy es perfectamente posible que se entrene simultáneamente a personas que están a más de 4.000 kilómetros de distancia, con costos muy moderados y con una eficiencia envidiable. Por ejemplo, se puede utilizar Skype para las sesiones simultáneas con el facilitador, que los alumnos vean videos en Youtube para ciertas materias que contengan partes prácticas, como desarmar piezas de un motor; los archivos pdf pueden resumir los contenidos; los chat a través de WhatsApp pueden permitirles a los alumnos a compartir sus experiencias con los ejercicios a medida que los van haciendo, incluso enviando fotos y videos de sus actividades; el profesor puede preguntar mientras tanto por las actividades que están realizando; y finalmente pueden utilizar una encuesta de SurveyMonkey para hacer una evaluación de contenido y YouTube para una evaluación práctica. El uso de todas estas aplicaciones es gratis, están disponibles para todo el mundo y tienen capacidad de sobra para sostener la información necesaria.
El talón de Aquiles de la tecnología es que depende de la red de datos y de energía eléctrica. O sea que se puede caer y no hay alternativa hasta que se reponga el servicio, o bien hasta que el área de soporte arregle el problema con una contraseña. Incluso hay áreas geográficas en las que la señal es regular. Pero aun así la tecnología en Chile funciona bastante bien, y comparando las ventajas con las desventajas sigue siendo una forma muy atractiva de promover el aprendizaje.
Los invito a que tomen la iniciativa y aprovechen las enormes posibilidades que nos ofrece la tecnología aplicada al aprendizaje a distancia.
Eduardo Saleh Sabat
Psicólogo Organizacional
Octubre 2015
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