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El Perfil del Futuro


¿Qué perfil de competencias necesitarán las personas en el futuro? Esta ha sido una pregunta permanente desde que tengo memoria, un desafío para la educación y para los programas de capacitación en las empresas. Cada cierto tiempo aparece en los debates, se publica algún artículo en la prensa y se organizan conferencias y seminarios. Por supuesto que hoy sigue vigente como siempre.

Aunque con diferencias de enfoque y tal vez también de lenguaje, me ha parecido identificar ciertas habilidades y actitudes que se repiten. Voy a intentar precisar algunas de ellas. La primera capacidad que he visto que se repite una y otra vez es la de poder influir sobre los demás. El ámbito puede ser distinto dependiendo el rol o cargo en el que se desempeñe la persona, pero el hecho de lograr que las personas cambien y se adapten a las nuevas condiciones del mercado y del entorno es algo permanente. Cuando se trata de líderes, esta necesidad es más notoria, por ejemplo ¿Cómo lograr que los trabajadores en una planta productiva adopten la seguridad como una forma de vida? ¿Cómo convencer los vendedores que si planifican su trabajo van a vender más? ¿Cómo persuadir a los administrativos que un trabajo sistemático finalmente ahorra trabajo? Todas aquellas habilidades, actitudes y valores que faciliten y desarrollen esta capacidad de persuasión han sido y seguirán siendo muy requeridas. Una de estas es el manejo del lenguaje, incluyendo el dominio del inglés como segunda lengua. La comunicación efectiva, esa misma que escasea en los chats y en los programas de farándula, es fundamental para lograr la persuasión.

Otra competencia clave que se repite es la capacidad de adaptación ante los cambios. La realidad está siempre cambiando, todos los años hay turbulencias de algún tipo, financieras, políticas, sociales, como sea el mundo exterior cambia. Además las propias personas vamos cambiando de un año a otro, desde la condición de salud personal hasta la situación económica y familiar de cada uno. O sea que tanto el observador como lo observado cambia. Una reacción muy humana frente al cambio es intentar moderarlo, disminuirlo hasta un punto que sea controlable o digerible. Pero la realidad siempre se impone, y con ello surge la ansiedad, los temores, y aparecen las reacciones poco adaptativas como negar los cambios, o intentar evitar el cambio a cualquier costo. Por eso es que desde siempre se ha valorado la habilidad que tienen algunas personas para adaptarse a los cambios, balanceando el grado de aceptación en el que la persona cambia para ajustarse a la nueva realidad, y al mismo produce cambios a la realidad para que se ajuste a sus propios intereses. Requiere de fortaleza emocional para vivir con un grado de incertidumbre y a la vez innovar y buscar siempre formas distintas de resolver los problemas. Esto es un arte permanente, genialmente descrito por el psicólogo Jean Piaget en su libro La Psicología de la Inteligencia en 1947. Como verán, nada nuevo.

La tercera competencia que he visto repetirse una y otra vez se refiere a la capacidad para interactuar con los demás de manera adecuada. Esta habilidad es una mezcla de capacidad para escuchar, de asertividad, de empatía y de habilidad para identificar cómo y dónde se encuentra el valor de la colaboración con los otros. La escucha activa consiste en escuchar utilizando todos los sentidos, no sólo los oídos. Hay que escuchar lo que la otra persona dice y también lo que no dice; lo que habla mediante palabras y lo que expresa a través de su expresión corporal, incluyendo gestos y movimientos. Y el escuchar también implica saber hacer buenas preguntas, que hagan hablar a las personas sin amenazarlos ni contaminarlos con nuestras propias motivaciones.

La asertividad consiste en decir lo que uno piensa, siente y desea de una manera clara y respetuosa, lo que requiere mucha habilidad. Hay que detectar o crear el momento justo, la palabra precisa y la forma adecuada al otro. Es una técnica que tiene mucho de arte y sensibilidad, clave para interactuar con los demás.

Se dice que la empatía que es la capacidad para ponerse en los zapatos del otro. O sea que uno debería tener la habilidad para entender tal cual lo hace la otra parte, sintiendo lo mismo y viendo la situación como la visualiza la otra persona. No implica estar de acuerdo, sino más bien entender y sentir como lo hace la otra persona, de tal manera que se pueda interactuar también con personas con las que se discrepa.

El tercer elemento se refiere a la habilidad para visualizar los intereses comunes con el otro y para encontrar la forma de crear valor en las relaciones de interdependencia. El concepto de valor lo utilizan los economistas para describir los beneficios que se obtienen de una determinada acción. Cuando estos beneficios son para ambas partes, los acuerdos tienden a ser mucho más estables que cuando una de las partes se beneficia desproporcionadamente a costa de la otra. ¿Por qué es importante en la relaciones con los demás? Porque uno siempre va a preferir tratar con personas que sean razonables a la hora de repartir los beneficios, que intenten permanentemente buscar la forma de crear beneficios más que sólo repartir los que hay. Eso genera confianza en el otro y predispone a mantener las relaciones en un ambiente más positivo.

Le sugiero que invierta permanentemente en desarrollar en sus equipos de trabajo estas tres competencias: la capacidad para influir, la adaptación al cambio, y la habilidad para interactuar con los demás. Las personas notarán los beneficios tanto en su propio trabajo como en su vida personal.


Eduardo Saleh Sabat

Psicólogo Organizacional

Marzo 2017

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